¿Y PARA QUÉ UN PROBÓN?
Nada más simple: para fabricar bolas destinadas al juego de bolos/petanca.
Y no para el estado español sino para exportarlas a Francia. Tal era su popularidad y demanda. Las dos publicaciones más abajo citadas explican con claridad los pormenores.
"Posteriormente se fue extendiendo a la zona de Rodellar y toda la ladera de la Peña Montañesa (desde Laspuña hasta Foradada del Toscar)" (...) "Los pueblos que más popularidad alcanzaron en este menester
Y fuera del Alto Sobrarbe, los lugares de Las Almunias, Rodellar y la cordillera de la Peña Montañesa"En el mismo precisa que, si bien la recogida era local, la manipulación de las bolas de boj para darles una forma redondeada era tarea delicada en la que sobresalieron tres personas de Santa María de la Nuez cuya especialización les llevó incluso a desplazarse a la zona de Rodellar.
A este último respecto merece la pena señalar la coincidencia de los nombres autóctonos de una de las herramientas utilizadas aquí y en el Verdon (luego veremos) en el proceso de arrancar y redondear la bola. Es esta:
Según el libro español durante la época más próspera del negocio el intermediario francés era de Tarbes por lo que cabe suponer como más probable que el destino de exportación fuera la zona de Pirineos Atlánticos (según se menciona en el libro de Wallet).
Y este último afirma:
Les seules importations véritables concernent, d'une part, le buis brut livré en "barres" et les racines de buis tournées expédiés des Pyrénées par chemin de fer jusqu'en gare de Sillans (...)
Le buis est fourni sous deux formes: "buis brut en barres" expédié par wagons à partir d'Oloron-Sainte-Marie (Pyrénées Atlantiques) et racines tournées par la Manufacture de Tournerie de Saint-Paul-de-Fenouillet dans les Pyrénées Orientales.Aunque, al parecer, la zona de Oloron recibía el boj fundamentalmente desbastado en palos, no parece infundado pensar que recibiera también nuestros "probones" tal y como hacía el mencionado empresario francés desde Barbastro a través del túnel ferroviario de Canfranc.
Al hablar de las bolas de boj es imprescindible hacer referencia a la población de Aiguines, situada en la misma desembocadura de las conocidas Gorges du Verdon.
No es la primera vez que mencionamos estas formidables gargantas (ver aquí lo relacionado con la miel) y no es casualidad que estos territorios, aunque de geografía alejada, mantengan no pocos parentescos.
En cualquier búsqueda de información sobre esta localidad en seguida surge la historia de los "touneurs sur bois", una actividad ancestral del lugar que experimentó entre los años 1880 y 1940 un desarrollo formidable.
UN INESPERADO DESTINADO FINAL
Según se explica en el mencionado libro de Giral/Valenzuela, un comerciante de Barbastro agradecido a este tipo de comercio levantó y adornó un edificio en un lugar bien céntrico de esta localidad. Colocó a todo lo largo del alero de la casa grupos de bolas de bucho dispuestas de tres en tres. Allí siguen a día de hoy. Es esta:
De nuevo la misma pregunta: ¿vendrá alguna de esas bolas del Valle de Rodellar?
¡Que mundos tan distintos habrán visto en caso de ser así! Un boj creciendo en uno de tantos rincones del gran cañón del Balcez (pongamos por caso y ejemplo de aquellos sacados de la Cueva Alastrué) y con el tiempo testigo de los avatares de la civilización desde el cobijo de un tejado en lo alto de una casa...
Gracias por tu mención! Me pareció una historia de lo más curiosa, la verdad. Cordiales saludos!
ResponderEliminarHola Óscar. Y gracias por haberte hecho tu también eco de esta interesante y muy poco divulgada historia. Cuesta encontrar referencias a la misma y no hay que olvidar de citar a quienes, ya pasado el tiempo, vuelven a retomarla.
EliminarSaludos!