Con el ganado desaparecido la superficie vegetal ya no sufre merma.
En lo que respecta al régimen de lluvias no cabe sino constatar algo parecido. Llueve menos y el agua, regular o torrencial, no tiene ya la presencia de antaño. Basta con ver las fotos de principios del siglo XX que Lucien Briet publicó en Bellezas del Altoaragón; muestran un Mascún de cauce mucho más amplio y completamente pedregoso.
EL CASO DEL BARRANCO AS TABLAS
El pasado 12 de abril de 2015 volvimos a descender el Barranco as Tablas, en lo alto de la margen izquierda del Barranco Mascún y cabecera, junto al de San Martín, del Barranco la Virgen. Solo había estado una vez antes, el 2 de febrero de 1992. Nos llevamos una gran sorpresa, una enmarañada sorpresa.
Recordaba un pequeño cauce de piedras y bojes entre curiosos estratos de rocas. En mi agenda de aquel entonces no anoté ningún inconveniente:
Tampoco lo hizo Christian Abadie cuando publicó en 1985 el primer descenso:
Breves tramos del lecho y algunos grandes árboles casi desarraigados contiguos al cauce en la zona de cabecera, muestran señales del ímpetu de antiguas y regulares avenidas (que mantendrían suficientemente transitable el cauce):
La prueba de fuerza y regularidad que las avenidas de esta cuenca tenían en otros tiempos, la tenemos a su final:
Todo esto parece haber estado cambiando desde hace tiempo a juzgar por lo que nos encontramos el otro día.
Abunda la vegetación, sobre todo matorral relativamente joven. Nada de viejas y gruesas ramas. Las zarzas se entremezclan entre los bojes y la densidad se va incrementando al perder altura.
Teníamos interés en buscar un agujero situado en la margen derecha del que ya me habían hablado en Rodellar hace tiempo (y que mis amigos José Antonio Cuchí y José Luis Villarroel localizaron hace unos años, una pequeña sima de unos 10 m con bloques en el fondo). Se nos fueron las ganas.
Lo cierto es que hay un tramito intermedio que tiene su encanto, con grandes bloques de roca y estratos de curioso y dibujado diseño (ver aquí).
En fin, salimos convencidos de no volver más al cauce de este barranco. Probablemente iremos a pincharnos, de nuevo, a algún otro de tantos rincones de esta Balle de Rodellar.
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