LAS RUTAS DEL SILENCIO

Un tournant a été marqué dans un monde qui meurt... Et cette impression d'une civilisation originale qui s'éteint dans le grand creuset aveugle de la vie moderne, nous la retrouvons à chaque pas... Hier notre guide nous a montré dans le ravin de Barrasil une multitude de champs de blé grands comme de mouchoirs de poche; les paysans les ont patiemment taillés sur la pente abrupte désempierrée, défrichée, au prix souvent d'une heure de marche; il fallait cela pour nourrir des villages surpeuplés. Mais d'année en année la jeunesse s'en va, attirée par le développement industriel de Lérida et de Barcelone. Et les champs suspendus retombent en friche... Abandonnée aussi l'eau salée d'une fontaine que l'ont faisait évaporer au soleil pour avoir sa provisions de sel, les falaises de calcaire et de gypse dont on tirait la chaux et le plâtre, -"un plâtre bien meilleur que celui qui nous vient maintenant de Madrid". Louis Laborde-Balen, 1965

Mais réduire l'intérêt de cette montagne aux pittoresques étrangetés visibles (...) serait trahir la vraie nature de ce massif. Parce que dans ce coin retiré de hautes terres, l'ambiance prévaut toujours sur le paysage. L'obsession de l'eau rare, une communion intime avec la pierre torturée, cette solitude sans partage, voilà qui constitue, au fond, l'attrait réel de ces lieux; voilà aussi les test grâce auxquels la sierra de Guara reconnaîtra les siens! Pierre Minvielle, 1966

Nous nous reposons examinant les lieux. En contrebas, 300 m environs, l'on voit où l'on devine le fond du barranco. Des ramiers que nous envions se poursuivent dans l'étroit couloir de 3 à 4 m de large qui serpente à travers falaises et redents. 100 m plus haut, la cassure s'élargit, d'immenses gradins montent vers nous, par endroit le calcaire gris, bleu ou rouge fait place au vert profond du buis et des lentisques. Au travers surgit une forêt d'aiguilles où les choucas slaloment sans problème. Plus haut, presque à la crête terminale, impassibles, souverains, des couples de vautours ont entrepris une ronde qui va s'élargissant. L'ont resterait là des heures, pas un bruit, pas un cri, si ce n'est de braillards choucas procédant à quelque élection. Nul ne parle, comment dire ce que nous ressentons, décrire ce que nous voyons... Christian Abadie, 1971

Existir en la memoria es una de las formas más poderosas de existencia que conocen los humanos (...) Y ya se sabe que la nostalgia es una expresión suave y resignada del miedo. Sergio del Molino, 2016

jueves, 31 de diciembre de 2020

Feliz año 2021

Viejo sol
Nuevo sol
Surge desde el interior de estas montañas



Feliz año 2021


domingo, 20 de diciembre de 2020

UNO POR OTRO

Con anterioridad hemos dado cuenta de la vida y final del árbol, un ailanto, que planto a la entrada de Rodellar quien fuera el último barbero de la población, el señor Felipe Tejero (ver aquí). En aquella entrada mostrábamos el paso del tiempo y cómo cambiaba su entorno.
Todo ello tuvo sus últimas horas a finales del pasado 2019.
Pues bien, su lugar fue ocupado el pasado 14 de febrero... Desde entonces una olivera traída desde Bierge extiende su porte. Menor si se quiere, pero, eso si, bien representativa de la zona. Esperemos que prospere bien.
Recordemos el viejo ailanto y la olivera nueva:

25 de diciembre de 2011

8 de diciembre de 2020


miércoles, 9 de diciembre de 2020

ARNALEROS DE HOY Y ALGUNAS CARRASCAS

Ya hemos comentado anteriormente los misterios de la antigua recolección de miel silvestre en los acantilados de los barrancos (ver aquí). También nos hemos interesado por los viejos arnales y sus curiosas arnas, es decir, las colmenas tal y como antaño se construían y guardaban (ver aquí).

En esta ocasión damos un salto en el tiempo y nos vamos a hacer eco de quienes, a día de hoy, vuelven a recoger el preciado trabajo de las abejas.

El resultado es este:

Miel de las abejetas de Rodellar

Dos casas de Rodellar recogen, con métodos más modernos, la tradición del lugar, y así las cuidan y recolectan Carlos de Tendero y Emilio de Ballarín.
Tienen las colmenas en un carrascal casi contiguo al pueblo, en el lugar llamado o Pullizal/Pollizal de Ballarín, junto al comienzo del precioso Camino Cheto.

La línea roja señala o Pullizal de Ballarín.
(Fuente ortofoto: aplicación Mapas de Apple, versión 3.0)

Su color tan oscuro se debe a que está obtenida mayoritariamente de carrasca, cosa evidente dado donde se encuentra o Pullizal y su entorno.
Recordemos que un "pollizar" es un lugar del monte donde se encuentran carrascas o caxicos jóvenes. Veamos:

En esta vista aérea de 1956 volvemos a ver o Pullizal de Ballarín. Se comprueba como, efectivamente, tenía arbolado en contraste con el entorno entonces cultivado.
(Fuente ortofoto: Instituto Geográfico de Aragón, vuelo americano 1956)

En fin, este sí que es, por derecho propio, un sabroso recuerdo que llevarse de Rodellar.

sábado, 18 de julio de 2020

OS MOLINIASES. Cueva de maquis

En nuestro Atlas de Toponimia incluíamos la ficha de esta cueva sin ninguna fotografía de la misma y con su situación aproximada. Tras una visita reciente ya podemos precisar todo esto.
La ficha corregida puede consultarse aquí.
Veamos su ubicación exacta:

(Fuente ortofoto: Instituto Geográfico de Aragón, vuelo septiembre 1997)

Imagen tomada desde la margen izquierda del río Balcez. Desde el cauce se distingue muy bien.

De la Cueva os Moliniases supimos, una vez más, por el señor Lorenzo Mairal, quien nos cuenta que cuando era chico se entretenían en hacer explotar la munición que los maquis aquí abandonaron y que se encontraba enterrada en el arenal del suelo.

Esta es la cueva. En seguida se evidencia que aquí se hizo fuego por el color del suelo y techo.

Y efectivamente, el suelo es un arenal donde todavía queda algún resto viejo.

La bóveda está muy ennegrecida y se distinguen trazos blancos rascados con piedra:

Izquierda: letras de difícil lectura.
Derecha: una especie de personaje con una de las piernas doblada y alargada.

Quien por aquí pase lo hace a muy pocos metros de un retazo más del pasado, realmente amargo esta vez.


sábado, 13 de junio de 2020

Dolores Vallés Villacampa (in memoriam)

Muy pocas veces es posible completar algunos de los retazos de la vida del pasado en estos montes. Las personas que los vivieron marchan con los años y, no habiendo casi nunca nada escrito, la memoria se disuelve definitivamente en el tiempo. Más no es este el caso que nos ocupa.

En una entrada anterior dimos noticia de la desgracia ocurrida en los escarpes del Balcez a una chica joven de Sarsa de Surta en un lejano 30 de enero de 1935 (ver aquí). Se llamaba Dolores Vallés Villacampa.


Así se ve desde el Puntal d'a Calma el lugar donde ocurrió el accidente: en las inmediaciones del Puntal d'as Arruabas.

La primera vez que pasamos con Óscar Ballarín frente al Puntal d'as Arruabas veníamos recorriendo trabajosamente toda la Fajana Calma, de punta a punta. Era el 3 de marzo de 2008 y no sabíamos en absoluto nada de lo que en aquella peña había sucedido 73 años antes.
El recuerdo del señor Lorenzo Mairal, primero, y el libro de Daniel Vallés, después, revelaron lo esencial de esta triste historia. Quedaba visitar el propio lugar, ¿alguien sabría algo más?
Doce años después el tesón infatigable de Óscar, otro "cuidador de mundos", ha resuelto todo el misterio. Este es el texto, emocionante y conmovedor, tal y como me lo ha comunicado:


Lo primero, te doy los informantes gracias a los cuales pudimos averiguar dónde estaba exactamente la carrasca donde se mató Dolores, y algunas cuestiones más. En la foto que me mandaste te marco donde está exactamente (creo, dentro de lo que se puede apreciar en la distancia), pues entre "o puntal de as Arruabas" y "o puntal de os Craberos", que es el más alto, aunque no lo parece hay hasta tres o cuatro rallas de pared que eran susceptibles de poder ser el sitio exacto. Este otoño ya fuimos un día, pero nos cebamos en la parte baja del puntal, desde los corrales para uno y otro lado de la pared, intentando guiarnos por la idea de que estaba cerca del camino... pero el camino te puedes imaginar como está.

Gracias a ellos, y a que recordaban el accidente y a la propia Dolores, pues aunque eran muy niños (dos de los tres), en aquella época se conocían todos los de esas aldeas, y porque quedaron muy impresionados del suceso, entonces y en años posteriores cuando aún se nombraba el desgraciado accidente.
  • Abel Giral Palacio, de casa Grasa de Santa María de la Nuez, nacido en 1937. Este día fui con Abel Giral Arcas, hijo de este informante y amigo mío.
  • Ramiro Olivera Paco, de casa Vallés de Sarsa de Surta, nacido en 1929. Su padre, Agapito, que fue alcalde de Sarsa durante 20 años de manera alternada, fue también, junto al secretario del ayuntamiento de Sarsa entonces, Ángel Arasanz, de casa Rufas de Paúles, los testigos de la autopsia que se hizo en el cementerio por parte del médico de Arcusa.
  • Jesús Paco Lacambra, de casa Lacruz de Sarsa de Surta, nacido en 1926.

Nosotros entramos desde el prado Moch, que está en lo alto del cerro la sierra, que en seguida se junta con el antiguo camino (ahora bastante desdibujado) que desde cerca de un tozal llamado "Santa Bárbara" iba a bajar por "a Canal de a Güega", o "a Canal de as Arruabas" (los de Sarsa y Santa María la llamaban así, de as Arruabas), al fondo de Balcez, y de allí cruzaba por Fajacheto a Santo Tornil y Morrano.

(Como curiosidad decir que el padre de la fallecida, Dolores, llamado Nicolás Vallés, iba por este camino una vez al año hasta la Catedral de Huesca, de donde se subía los Santos Óleos que se usaban en las celebraciones religiosas (extremaunción, bautizos...). Eran 12 horas de ida y12 de vuelta de Sarsa de Surta a Huesca y vuelta... lo que hacía de tirón)

La muerte se produjo porque Dolores (entonces de 20 años) había ido con su hermano Urbano a dar vuelta por los cerdos, que las casas de esos lugares despachaban a Balcez de noviembre a febrero para que comieran y se engordaran libremente por allí. Aprovecharon también para recoger unas bellotas de la "carrasca castañera", pues las daba "grandes, redondas y dulces", al decir de los informantes. Nosotros cuando fuimos nos asomamos al punto por donde pudo precipitarse al estar por la parte de arriba de la carrasca. Hay unos 7 u 8 metros de caída, y el acceso a la carrasca es muy malo, porque el terreno es inclinado. Pensamos que pudo intentar acercarse alguna rama de las superiores con su palo, o más bien atochar dichas ramas para provocar la caída de las bellotas a la parte de abajo, donde las recogerían después, o ya estaría su hermano para ello.

El hermano, Urbano, dejó a su hermana parece que con un hilo de vida aún y fue corriendo a dar aviso. Subieron del pueblo, la juventud más rápida, y llegaron de noche, de manera que tuvieron que pasar la noche allí. Dos informantes dicen que aún habló cuando llegaron, y otro que no, pero pasaron la noche junto al cadáver para bajarla al día siguiente como pudieron hasta Sarsa. Hicieron fuego por la noche porque han oido decir que hacía mucho frío, hablamos de un 30 de enero de 1935.

Aún con lo que haya podido crecer la carrasca en estos 85 años, no es fácil llegar a la corona de ésta, pero presumiblemente las bellotas más maduras estarían allí, en la parte más soleada del árbol. El resto está pegado en una pared, y orientada hacia el Sur más bien, pero en terreno muy vestido actualmente.

La cruz que el padre de Dolores grabó en la carrasca, junto al mojón de piedras que hicieron junto al camino antes descrito y que pasa exactamente pegado a la carrasca, estaban muy deteriorados. El camino, nada más pasar la carrasca en sentido descendente a Balcez, giraba hacia la zona central de la canal, para ir luego a buscar la parte baja del Puntal de as Arruabas, donde estaba el Corral de as Arruabas (al menos hay dos o tres pequeños cerrados de piedra allí). Sin embargo, también aquí salía otro camino secundario que iba recto en dirección a una collada con una pequeña balsa natural que se llamaba "o Mallo as Arruabas", justo sobre la cima del "Puntal de as Arruabas".

El mojón estaba esturruñado por el suelo, seguramente por las muchas cabras que por allí hay, y que incluso se habrán apoyado sobre él para llegar a las bellotas de las ramas bajas. En ese mojón, la gente cuando pasaba siempre ponía una piedra, y muchas veces un pequeño fajo de buchos en la parte de arriba sujetos con una piedra.

La cruz, en su tramo vertical se conservaba más o menos bien, algo desfigurado con el crecer de los años, pero con una altura de unos 20 o 25 cm y una profundidad de unos 4 dedos. Al fondo, se veían perfectamente los picos de la estraleta como si ayer mismo hubiera sido picada... y no es que la hubieran escalmado porque no se ve el tano (nudo) de ningún camal. Estaba claro que era lo que quedaba de la cruz... además de cuadrar todo lo demás respecto a los datos que nos dieron. Abel Giral, uno de los informantes, nos iba "guiando" (desde un cerro desde el que nos veía) por donde iba el camino antiguamente para ir sobre seguro (con prismáticos y emisora).

La parte horizontal estaba más cerrada, incluso con corteza nueva, pero se veía el contorno de toda la cruz en otro color de corteza, y además, pasando las manos por el tramo vertical, se podía todavía pasar los dedos por la parte horizontal, que internamente aún estaban abiertos.

A mi me impresionó la soledad actual del sitio, y el recuerdo de un padre que con resignada impotencia marca la carrasca como una última despedida. No con odio, pero si con rabia contenida ante unos tiempos y sociedades que en esa zona hacían de la pérdida de alguno o varios hijos en cada generación algo casi asumido. Es como si el ser humano fuera una especia animal más en un entono natural duro y hostil que se cobra su tributo año tras año de una u otra manera. Ese entorno ha hecho que con el paso de los años, la propia carrasca estuviera cerrando esa herida que también a ella le infligieron.

Nosotros volvimos a remarcar la cruz, pero no tocamos el interior ni lo que se veía más, como los picos mencionados, para que quedara ese testigo de la original. Pero la impresión del sitio me hizo dejar de manera instintiva una estampita de San Urbez dentro de la cruz, además de rehacer el mojón y volver a poner un bucho, que ahora nos cierran el paso en cada tramo del antiguo camino.

Y así volvimos a subir por la canal, de manera penosa, pues el trazado original del antiguo camino, acertado en su discurrir, se va olvidando y perdiendo cada día más, de manera que a tramos se puede estar seguro de ir por él, como cuando pasamos por una carbonera muy evidente, y otras veces no se sabe donde lo hemos perdido... para volver a reencontrarlo poco más adelante.

Y esto te puedo contar. Si necesitas alguna cosa más que te pueda decir me dices... Y si me haces el favor, si te apetece poner algo en tu blog, de avisarme, para compartirlo con los hijos de alguno de los informantes... aunque seguro que lo veo porque me meto muy de vez en cuando para ver si has puesto alguna de tus fantásticas historias que recoges por la zona de Rodellar.

Un saludo y nos vemos. Óscar Ballarín

EN QUÉ LUGAR DEL BALCEZ
En la foto de más arriba hemos localizado el Puntal d'as Arruabas en una gran panorámica. Queda claro lo inmenso del cañón del río Balcez y lo escondido de su ubicación desde Rodellar. La población de Sarsa de Surta se encuentra también oculta por detrás de la Sierra Sebil (el largo cordal que delimita la vertiente izquierda orográfica, a la derecha en la imagen).
Vamos a ver más de cerca el lugar que nos interesa, donde todavía se halla aquella carrasca castañera:



Es interesante comprobar como un mismo sitio puede tener nombres diferentes según el ámbito poblacional que los nombra. Todos los pueblos del Valle de Rodellar son unánimes en sus topónimos pero no necesariamente con los de, pongamos por caso, Sarsa de Surta que pertenece a otro valle distinto (y eso pese a las vinculaciones que los habitantes de uno y otro lugar puedan tener).
De esta manera vemos que la Canal d'a Güega (llamada así por ser límite administrativo entre el monte de Sarsa y el de Adahuesca) es llamada también Canal d'as Arruabas por los habitantes de Sarsa de Surta y Santa María de la Nuez (ya que precisamente del lado suyo empieza una partida de monte con el nombre de as Arruabas).
Igualmente la Ereta as Arruabas, claro característico de tasca, recibe por los de Sarsa el nombre de Mallo a Baseta. Este nombre cuadra muy bien pues su morfología es similar a la de otros 'mallos' en la vertiente opuesta del Balcez (Mallo Primero, Mallo Medio, Mallo Villanueva y Mallo Nasarre, ver aquí).

LOCALIZANDO LA CARRASCA
En un primer momento creíamos que el desgraciado accidente había sucedido en el mismo Puntal d'as Arruabas, los recuerdos de niñez del señor Lorenzo Mairal no iban más allá de ese lugar. Por otro lado, el libro de Daniel Vallés no daba más precisión que la de ser, según él, por la zona del 'barranco de Arruabas'.
Cuando me llegó el mensaje de Óscar fue una sorpresa saber que no se trataba del puntal. Veamos dónde:


Vista desde el lado de Sebil (vertiente izquierda del río). La flecha roja indica el lugar donde se encuentra la carrasca.


Vista desde el lado del Cerro Balcez (vertiente derecha del río). La flecha roja señala el lugar donde se encuentra la carrasca.

En esta ocasión, como en tantas otras, queda patente que no hacen falta grandes acantilados para que una caída sea fatal.

LA CARRASCA
Y este es el lugar exacto:


Esta es la carrasca castañera por la que cayó la infortunada Dolores. En la foto de la derecha se ve la cruz rehecha y el mojón vuelto a levantar con su rameta de boj, tal y como me comentó Óscar.

Y esta es la cruz que grabó su padre:


Esto es lo que quedaba de ella en el momento de encontrarla.


Y así está ahora después de haber sido grabada de nuevo.

Volverá a durar unas décadas más...

CÓMO LLEGAR
Para llegar hasta el Puntal d'as Arruabas y la carrasca hay que alcanzar lo alto de la Sierra Sebil, al lado mismo de su cota más elevada llamada Tozal de Santa Bárbara (1446 msnm según el último mapa IGN). Por aquí bajaba el antiguo camino. Sin embargo, hoy las sendas ya no se encuentran en el mismo estado de antaño. Con frecuencia apenas se pueden seguir.
La zona hoy apenas es frecuentada sino es por cazadores, y no muchos y no siempre.


En línea roja está señalado el trazo aproximado del antiguo camino pero quienes por allí se acercan suelen entrar desde más al Sur, desde el Prado Moch (línea naranja) más fácil de transitar.

Como de costumbre, ir al encuentro del pasado por estos montes nos requerirá tanto esfuerzo como emocionante satisfacción.

MUCHAS GRACIAS A LOS BUSCADORES
No podemos acabar sin agradecer a las 5 personas que están detrás de este reencuentro con el pasado. Pese a lo triste del suceso es una alegría unir el interés de varias generaciones por la pervivencia de la historia de estos montes y barrancos.
Muchas gracias al señor Abel Giral y a su hijo de mismo nombre, de Santa María de la Nuez.
Muchas gracias a los señores Ramiro Olivera y Jesús Paco, de Sarsa de Surta.
Y muchas gracias también a Óscar Ballarín.

Izquierda: Abel Giral Palacio y Abel Giral Arcas. Derecha: Óscar Ballarín.


martes, 28 de abril de 2020

PILA. El lugar y la palabra

Con no poca frecuencia, los trabajos de toponimia centran mayormente su interés en el significado y origen de la palabra. Y no pocas veces resulta difícil (o imposible) identificar bien el término con el lugar. Digamos que abundan los listados pero se descuida (pierde) su localización. El interés lingüístico es evidente pero parece que la toponimia sea más cosa de silla y mesa que de botas y mochila.
El toponimista es serio con su trabajo, son muchas horas de dedicación además de una cabeza bien amueblada para relacionarlo todo.
Pero, de igual manera, andar arriba y abajo por el monte buscando al respecto, soluciona o muestra información pertinente.

'Pila' nos puede servir de ejemplo.

Pila es un topónimo que en el Valle de Rodellar aparece en cuatro lugares, todos ellos muy próximos y perfectamente relacionados: una fuente, un barranco, una roca y una caseta. En nuestra opinión es el manantial el que está en el origen de todo ello.

'PILA' EN LA BIBLIOGRAFÍA
Las primera referencias escritas se deben a Jesús Vázquez, quien en realidad no la recoge tal cual sino en su forma de diminutivo:


Vázquez, J. (1975-1977). "Toponimia de Rodellar". Argensola, 79-84, pp. 135-140.


Vázquez, J. (1985). "Toponimia de Rodellar". En: Alvar, M. (Dr.), Archivo de Filología Aragonesa XXXVI-XXXVII. Zaragoza: Institución Fernando el Católico. pp. 623-665.

Efectivamente, el término que recoge es 'Piliacha' y 'Pila' solo aparece como topónimo foráneo (documentado para la ocasión en Borja) con el que lo relaciona. Además, tampoco se indica a qué posible lugar o accidente geográfico se refiere. Cabe preguntarse si en realidad se trata de un nombre de lugar distinto del que nos ocupa.

Con posterioridad, es el estudioso francés Robert Aymard quien, además de recoger el topónimo tal cual se conoce en el valle de Rodellar, le atribuye también una entidad geográfica:


Aymard, R. (2002). "Hydronymie pyrénéenne". Nouvelle revue d'onomastique, 39-40, pp. 153-192.
(Consultable aquí)


Aymard, R. (2004). "L'Aragon, berceau de l'hydronymie ibéro-pyrénéenne". Alazet, 16, pp. 23-66.
(Consultable aquí)

En ambos artículos solo lo relaciona con el lugar del barranco, pero el significado de "pila" como "abrevadero" no casa muy bien con el mismo. Como luego veremos, es otro quien parece justificar mejor la denominación.

LOS LUGARES
Empezemos por un primer plano de la zona:


Así se ve todo el conjunto desde el borde de la carretera actual.

Pero es más esclerecedor mediante estas dos ortofotos, especialmente la más antigua:



El Barranco Pila estaba (ver aquí) cultivado por completo y la alargada sucesión de fajetas escalonadas a lo largo de la vaguada eran trabajadas por Casa Antón de Cheto. Como ayuda para la labor había una caseta en lo alto de la margen derecha y que todavía hoy se mantiene en progresivo deterioro: la Caseta Pila.
Un poco más arriba y en esta misma vertiente encontramos una piedra característica con una pequeña pared de piedra seca: o Bozo Pila (ver aquí y aquí).
Y ahora llegamos al manantial: la Fuente Pila. Mana ya dentro del barranco, en su lateral derecho y poco más abajo de la Caseta Pila (por detrás de ella pasa la senda de acceso). Es fuente permanente y su agua goza de buena consideración (todos los mayores de Rodellar han seguido viniendo hasta aquí a buscar agua, prefiriéndola al agua corriente del grifo):



Tanto donde mana como su base, están arreglados para facilitar la recogida de agua, pero el entorno lo estaba antaño todavía más. La razón estriba en la existencia en sus proximidades de una fresquera que recogía el agua que hasta ella se desviaba. Recordemos que, en este caso, se decía fresquera al pozo donde se almacenaba el agua de las fuentes que se empleaba para regar y que solían tener forma cuadrada y estar hechas de pared de piedra seca.

Como decíamos al principio, la existencia de la fuente parece estar en el origen del topónimo como muestra su acondicionamiento para beber, recoger y desviar su caudal. El barranco recibe su nombre como resultado humanizado de la oportunidad que brinda la fuente. Respecto a la caseta y la roca derivan de su relación con el lugar.

Siempre me digo lo mismo, en esencia la razón de ser del topónimo se encuentra en el lugar que nombra.

viernes, 10 de abril de 2020

EL ÚLTIMO LABRADOR EN PALLEBLA

Todos estos "campos en las nubes" tuvieron su último labrador...
Y ya se sabe, lejos de casa, en medio de la montaña. Donde siempre habían estado. Y eran buenos lugares.

PALLEBLA. La ladera que guarda Mascún
Con este nombre se referencia un territorio muy extenso que cubre gran parte de la vertiente izquierda del Barranco Mascún, hasta lo alto del mismo Cerro Balcez. A grosso modo ocupa desde los Corrales de Letosa, al Norte, hasta la divisoria que desde Picariza baja a Turuezo y os Cagatés, al Sur.
Para coger el Camino Pallebla había que llegar primero a Cheto y luego tomar dirección al Barranco La Virgen, lugar donde se dejaba a mano izquierda el desvío a la fuente Fonciachas para remontar ya hacia Pallebla tras subir y cruzar el mencionado barranco.
Este es el itinerario hasta los campos. El Camino Pallebla continuaba a media altura bordeando el Barranco Mascún (y que ya hemos visto en detalle en otra entrada, ver aquí). También hemos explicado anteriormente el Trestallo Pallebla, atajo que desde el lugar conocido como a Vuelta Cequero alcanzaba directamente el Campo Antón sin rodear Turuezo (ver aquí).
También existía otro camino, hoy prácticamente perdido, que desde el Campo Cebollero subía bordeando el Barranco Fabar (recibe este nombre la parte superior del Barranco a Glera, ver aquí) para luego dirigirse hacia Santa Marina y Bagüeste.

A partir de la ladera occidental de Turuezo y hasta el cauce pedregoso del Barranco a Glera, el camino lleva mucho tiempo desaparecido bajo la impronta de las llamadas "pistas de petroleros".

LOS CAMPOS
Los campos que en Pallebla se cultivaban desde el lado de Rodellar eran dos. Ambos en su extremo Sur ya que el Barranco a Glera servía de güega (esto es, de límite) entre Rodellar y Letosa-Otín. De esta manera, y cada uno dentro de su jurisdicción, trabajaban fincas en Pallebla algunas de las casas de Letosa, Bagüeste, Otín, Cheto y Rodellar.
Por ese motivo coinciden en proximidad dos lugares con denominación 'Cebollero' diferente. Cada una se encuentra en un lateral del Barranco a Glera pero pertenecen a dos casas que, aunque homónimas, una es de Otín (o Fenal de Cebollero, ver aquí) y la otra de Rodellar.
Respecto al lugar al que ahora nos referimos dos eran las casas propietarias de las fincas que allí cultivaban: Casa Cebollero de Rodellar y Casa Antón de Cheto.


Izquierda: Casa Cebollero. Derecha: Casa Antón.

Cada uno de ellos ocupaba el entorno propicio de los dos collados que a ambos lados guardan la cabecera de la Canal d'Esplucacasa.



Como es de imaginar, el terreno de entonces no se parece ni remotamente al de hoy en día. La vegetación ha recuperado su lugar ya que ni se quema, ni se pastorea, ni se cultiva. Veamos la progresión en tres fotos aéreas:


1956

1997

Actualidad

Campo Cebollero
Era el más extenso de los dos. Rodeaba ampliamente la colina contigua y remontaba algo por a Costera Pallebla, la larga pendiente que más arriba culmina en Picariza.


En ambas imágenes se señala o Fenal de Cebollero, la otra finca homónima más arriba mencionada.
En la foto inferior se observa además el somero abrigo rocoso de Esplucacasa, que todavía conserva parte del cierre de piedra seca con el que se guardaba el ganado que por aquí se encontraba (ver aquí).


Esta es la zona superior. Aún se ven algunos de los muros de piedra seca que sustentaban las fajetas de cultivo.


Esta es la zona contigua al collado. Aquí también los aterrazamientos consiguen todavía distinguirse.

Esta última foto muestra tres lugares particularmente interesantes. Son los siguientes:


Los restos de una caseta en la misma cima de la colina. Ya la hemos señalado en otra ocasión (ver aquí).


Una balsa, o lo que queda de ella. Ya la hemos comentado anteriormente (ver aquí). La actual pista pasa directamente por este lugar.


Un extraño "cobijo" que en otra entrada anterior (ver aquí) recogíamos como casetón, pero que más bien creemos se trate de una 'fresquera' donde guardar al fresco alimento y bebida (por ejemplo).

Campo Antón
Más modesto pero también con buena situación, la mayor parte del mismo se encuentra invadido por la vegetación, incluso la actual pista parece desaparecer entre los erizones. Puede comprobarse muy bien comparando la foto aérea de 1956 con las posteriores.


Desde hace tiempo, si se adivina es por ser una esplanada sin árboles. El colladito de su extremo derecho es el lugar por donde llega el más arriba mencionado Trestallo Pallebla.


Según desciende, donde ya aparece el arbolado, aún se ven algunas hileras  de piedras desmoronadas, restos de las antiguas fajetas del campo.

EL ÚLTIMO LABRADOR
En sus últimos años solo el Campo Cebollero mantuvo algo de su producción. De él se ocupó el señor Eugenio Fumanal, nacido en Casa Fumanal de Otín. Disponía de dos machos y un burrete pequeño que le ayudaban a bajar la mies a Rodellar, por el mismo Camino Pallebla que hoy recorremos sin aperos de labranza y mucho mejor calzados con el fin de admirar y comprender el maravilloso paisaje que aquellos labradores de antaño tan a menudo veían y tan bien conocían.