sábado, 15 de marzo de 2014

CAMPOS EN LAS NUBES. Campiello

"Je suis revenue dans ce pays de montagne et je les ai tous trouvés à leur place: les arbres à leur place d'arbres, les hommes à leur place d'hommes, mais celle-là était un peu modifiée." (Jean Giono. Les vrais richesses)
Antaño Campiello era, como suele decirse, un lugar ordenado por la mano del hombre. Todo estaba en su sitio. La naturaleza organizó el áspero entorno, las personas aprovecharon la parte propicia del terreno. Fue un ofrecimiento espléndido.
Los Campos de Campiello se organizaban en dos: Campiello d'Ortas y Campiello d'Albás.

DÓNDE ESTÁ CAMPIELLO
As Planas de Campiello conforman una gran planicie que se extiende por lo más alto de la margen derecha del Barranco Mascún, entre este y la Garganta Alta. En su extremo norte se encuentran las suaves superficies de sus campos aprovechando extensas y discretas vaguadas. Están muy cerca del dolmen de Losa Mora (ver aquí). Veamos:


Panorámica tomada desde las inmediaciones de la cima del Tozal de Nasarre.
Punto rosa: Campiello d'Ortas
Punto rojo: Campiello d'Albás
Flecha azul: iglesia de Otín
Punto azul: Tozal d'os Moros
Punto naranja: Vallón d'a Lupera
Flecha rosa: Losa Mora
Flecha verde: Santa Marina
Doble flecha naranja: Barranco Mascún
Línea rosa: camino de acceso al Campiello d'Albás
Punto amarillo: Garganta Alta
Punto verde: Tozal d'as Gleras
Punto violeta: Puntal d'Aliena
Punto azul: Puntal d'a Bendosa
Punto verde: Garganta Baja
Flecha azul: Rodellar

CAMPIELLO D'ORTAS
Es el de menor dimensión, también el primero que dejó de cultivarse (Joaquín no recuerda verlo trabajado). Todavía se distinguen los aterrazamientos. Tenía su caseta de piedra seca.



Este es el entorno y sus vistas.
Doble flecha rosa: Garganta Alta
Flecha azul: Tozal de Nasarre
Punto naranja: Vallón d'os Moros
Punto rosa: Tozal d'os Moros
Punto rojo: Campiello d'Ortas
Flecha roja: localización de la caseta



Aqui podemos ver las viejas fajetas de cultivo y en primer plano los restos de la caseta.


Arruinada, pero con buenas y trabajadas piedras en los lugares clave.

CAMPIELLO D'ALBAS
Este es el mayor de los dos. Presenta una gran superficie y Joaquín recuerda haber trabajado toda la parte central antes de su definitivo abandono a mediados de los años 1950. Aquí siempre se cultivó trigo y debido a su buena tierra daba una planta alta y una buena cosecha. Claro está, también tenía su caseta.

Esta es una panorámica general. Tal y como ya hemos podido ver en las fotos de su vecino, los dos Campiellos no se ven entre sí.
Punto naranja: Tozal de Nasarre
Doble flecha azul: llegada del camino que sube desde la Garganta Alta
Punto rosa: Vallón d'os Moros
Flecha rosa: Tozal d'os Moros
Flecha roja: localización de la caseta

 
El Campiello d'Albás tal y como se encontraba el 16 de febrero de 1992. Los aterrazamientos se distinguían mejor y la caseta aún estaba pie.

Este es el estado actual de la caseta (9 de octubre de 2011).

 
Y aquí su interior.
Izquierda: 16 de febrero de 1992.
Derecha: 9 de octubre de 2011.

Cuando le enseñé a Joaquín estas fotos con el estado de su caseta, no le dio pena. Sabe muy bien cual es el paso del tiempo.

Entre los matorrales de la derecha sale la senda que sube al Campiello d'Albás. Estamos en la Garganta alta, en la "pista de petroleros" que estropeó el viejo camino.

QUIENES CUIDABAN DE CAMPIELLO
Ambos campos se distinguen entre si por adoptar el nombre de la casa propietaria de los mismos. Las dos están en Rodellar y son vecinas, una en frente de la otra. Son estas:


 
A la izquierda Casa Ortas y a la derecha Casa Albás, tal y como estaban a mediados de la década de 1990.

El 28 de agosto de 1995 tuve la suerte de visitar el Campiello d'Albás junto a su propietario, el señor Joaquín Javierre de Casa Albás de Rodellar. También venía su mujer Maribel y algunas otras personas de su familia y vecinos.

Joaquín Javierre y Maribal en la puerta de Casa Albás en verano del año 2001.

Desde la Garganta Alta Joaquín nos subió por el viejo camino (la de veces que había pasado yo por aquí sin verlo) y almorzamos junto a su caseta, todavía se mantenía en pie. Esta vez no vino ni a labrar ni a segar, ni la compañía ni los aperos eran los de hace décadas.

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