En el Valle de Rodellar las pasaderas más famosas, y con razón, son las Pasaderas de Pedruel. Sin embargo han existido en otros lugares y no precisamente contiguos a las poblaciones. No es el caso que nos ocupa. En el mismo Rodellar todavía pueden verse las antiguas pasaderas que cruzaban el Barranco o Barrio en el camino que desde a Cruz, a la entrada del pueblo junto a Casa Tendero, llevaba hacia el conocido Camino Cheto. Son una media docena de grandes piedras talladas someramente para darles forma adecuada. Pasan casi desapercibidas y durante muchos años permanecieron al resguardo de las miradas ya que casi nadie transitaba por allí. Hoy el lugar es mucho más frecuentado y el camino se sigue bien gracias a la remodelación de Casa Julián y a haberse recuperado y señalizado el camino. Pese a ello posiblemente casi nadie caerá en la cuenta de que esas piedras cumplieron una función precisa y que en la actualidad miran calladamente y al margen del paso ahora utilizado.
A menudo las cosas pequeñas pueden contar tanto como las grandes.
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