viernes, 27 de septiembre de 2013

A VENTURILLA. LA SUERTE EN EL CAMINO

Antaño andar por el monte era sinónimo de esfuerzo y trabajo. No es extraño que se soñara con una vida mejor o, cuando menos, con algo de suerte en el devenir cotidiano. Con este afán hay un lugar que, entre risas y bromas, recogía este espíritu de la fortuna. Se le llamaba (se llama) a Venturilla.
A Venturilla es un pequeño nicho con su repisa situado a algunos metros por encima del camino que desde el Barranco Mascún sube hacia Seral por la Garganta Baja. Es muy fácil de ver pero pasa desapercibido para quienes ignoran de qué se trata. Mientras subimos se queda a nuestra espalda justo antes de remontar la ladera que baja de la vistosa Cueva Andrebod.



















En la imagen de la izquierda vemos la discreta concavidad de a Venturilla. En la de la derecha el montón de piedras delata su uso.

En a Venturilla uno se jugaba la posible buena suerte, de ahí precisamente su nombre. La tradición dice que hay que intentar encalar (esto es, colocar) una piedra en la repisa con un máximo de tres intentos. Así se apostaban los vinos al final de la jornada, una venta favorable, quien sabe cuantas cosas más.

Este sitio nos viene muy bien también para comprobar como la toponimia no es siempre la misma, incluso en una misma época.
El señor Pascual Grasa, protagonista de este estupendo (y denso) libro, menciona a Venturilla de entre sus recuerdos.
Chesus de Mostolay. Acordanzas de San Pelegrín. Instituto de Estudios Altoaragoneses. Huesca. 2001.

Como no tiene desperdicio lo citaremos textualmente:

Otra cueba mu cojonuda yera a cueba d'as Tres Peñetas, que ista está ya pasau Rodellar, camino d'a Losa Mora; cuasi en a metá de renclusa d'Andrebot. Ista ye una cobacha chicota á unos diez u doze metros d'altura d'ande se pasa y fa como un repalmared. Y t'ol mundo que pasaba pu allí, pillaba peñas y, ¡au!, á tirar peñetas -no m'acuerdo bien con qué mision..., pos seguro que de porfías-, y en abeba que dejar colgadas tres... pero que tan apenas. Á lo mejor abeba quien tiraba zien y no se le'n quedaba nenguna.
Ye un cobachoned preto o camino, en a peña, y dende allí t'apartabas una miajeta y á tirar peñetas, pero que como feba labadera o repalmared pos que tan apenas se'n quedaba nenguna arriba... Asta puede qu'en plan d'amores y cortejos se feba isto d'as peñetas.

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