viernes, 28 de enero de 2011

LAS PINTURAS RUPESTRES DEL BARRANCO MASCÚN



No son muchas las pinturas rupestres descubiertas hasta la fecha en el Valle de Rodellar, pero las que se visitan en esta excursión son las más importantes y mejor conservadas.

Punto de partida: a Cruz, a la entrada del pueblo y junto a las primeras casas.

Cruzamos casi todo el pueblo hasta una plazoleta con el rótulo plaza Pierre Minvielle[1] y, en lugar de subir hasta la cercana iglesia, coger una callejuela que arranca por la izquierda. Tras pasar entre la iglesia y el cementerio continuar por el ancho camino que sigue (antiguamente llamado Camino del Calvario).

A PIEDRA D’AS TRES CRUCES (foto 1)
Se encontraba en el Camino del Calvario y formaba parte de una procesión que antiguamente iba por este lugar. Desafortunadamente está en paradero desconocido desde las modernas obras efectuadas en as Eras.

En seguida se desemboca en as Eras, muy transformadas en la actualidad (foto 2, este lugar ya no es asi) y con algunas de sus construcciones habilitadas como refugio.
Al otro lado nos asomamos al borde del Barranco Mascún, dominando desde lo alto el inicio de un gran caos de bloques que taponan espectacularmente su cauce: os Bozos de Palomera. Existen dos canales para bajar al fondo, la situada más al norte es la más evidente y la que cogeremos de preferencia, la de más al sur es menos visible y más dificil ya que presenta algún destrepe (no muy complicado después de todo). Bajando por el caminito de la canal hemos de tener cuidado de no seguir hasta el rio sino ir bordeando la pared rocosa hasta situarnos justo debajo del abrigo de Palomera, el cual identificaremos sin dificultad  gracias a la verja que lo cierra y la escalera que hasta el accede.


ABRIGO DE PALOMERA (foto 3, poco después de su descubrimiento y sin la verja actual).
Este abrigo ha sido publicado (Baldellou y al. 2009) con el nombre de “Abrigo de Palomarón”, pero se trata de una denominación desafortunada ya que la verdadera “Cueva d’o Palomarón” se encuentra a no mucha distancia aguas abajo. Por ello lo nombramos aquí como “abrigo de Palomera”, ya que se encuentra al inicio de la zona del Barranco Mascún conocido como “Palomera”.
Se trata de una pequeña covacha de reducidas dimensiones situada en el extremo norte de una evidente cornisa de la margen izquierda del Barranco Mascún. Las pinturas pasan desapercibidas desde la base del acantilado. Sus descubridores (J.A. Cuchí y E. Salamero, 24-09-1995) las encontraron al trepar hasta la cornisa en busca de posibles pinturas.
Todas las figuraciones (un total de diez y pintadas en rojo con la presencia de un “fantasma”) pertenecen al llamado Arte Esquemático, de amplia representación en la zona del rio Vero y con una antigüedad estimada entre 4.000 y 7.000 BP.

Tras visitar el abrigo volveremos al camino y descenderemos hasta la misma orilla del río Mascún (seco una buena parte del año). Cruzaremos y subiremos barranco arriba hasta alcanzar de nuevo el cauce. Al otro lado subimos una pendiente terrosa que rompe el antiguo muro del Campo Cañuto, el último aguas abajo de los antiguos Huertos de Mascún. Desde su esplanada se ve perfectamente, al otro lado del río, la amplia bóveda de la Cueva Pacencia (foto 4: el Campo Cañuto desde la Cueva Pacencia).

ABRIGO DE LA CUEVA PACENCIA
Las pinturas se encuentran en lo alto del extremo izquierdo de la cueva, por encima de una cornisa. Se accede desde la derecha, trepando previamente a un estrato desgajado de la pared. La zona más alejada es algo expuesta de alcanzar.
Las pinturas fueron localizadas por J.A. Cuchí en 1991. Al igual que las del abrigo de Palomera, estas figuraciones pertenecen al Arte Esquemático, son de color rojo y, aunque menos vistosas, existen en mayor número (foto 5).

Desde el Campo Cañuto continuamos barranco arriba y llegamos a otro campo al pié de una bonita bóveda. Nada más pasarlo hay que remontar por una traza de senda que remonta a la derecha la ladera del Paco as Tuartas, pasa por encima de la bóveda y los huertos y alcanza de nuevo as Eras (foto 6). Tomaremos a mano izquierda un caminito que bordea el barranco (lugar conocido como as Espeñetas). En seguida pasaremos junto a la iglesia y las primeras casas de Rodellar.

BIBLIOGRAFÍA DEL ABRIGO DE PALOMERA
Ayuso P., Painaud A. Pinturas esquemáticas en Rodellar (Huesca). Revista de Arqueología nº 194-junio 1997.
Baldellou V., Calvo Mª.J., Juste Mª. Nieves, Pardinilla I. Arte rupestre en el rio Vero. Comarca del Somontano de Barbastro. Barbastro. 2009.

BIBLIOGRAFÍA DE LA CUEVA PACENCIA
Painaud A., Ayuso P., Calvo Mª J., Baldellou V. Pinturas rupestres en el barranco Mascún (Rodellar-Huesca). Bolskan nº 11-1994.


[1] Tras el precedente de Lucien Briet, a principios del siglo XX, P. Minvielle comenzó a visitar la Sierra de Guara en la década de los 50 y fue su primer gran divulgador.

jueves, 27 de enero de 2011

TOPONIMIA. VER Y LEER EL PAISAJE

GRAN PANORÁMICA. El Valle de Rodellar y los tres ríos que lo definen. De izquierda a derecha: Alcanadre, Mascún y Balcez.

Todos los nombres de lugar que aparecen en este blog forman parte de un extenso trabajo que espera ver pronto la luz. Cuando así sea daremos noticia aquí de ello para quien esté interesado.
El Valle de Rodellar y sus alrededores presenta una orografía muy complicada pero en la que tradicionalmente las gentes de los lugares han sabido desenvolverse. Por ello encontramos topónimos incluso en lugares de acceso poco fácil. Un buen número de ellos hemos podido recuperarlos gracias a la memoria de los (muy pocos) habitantes de más edad. Y lo que es más importante, los hemos podido ubicar con precisión. Y a menudo, gracias a ello, la memoria ha seguido recordando anécdotas y detalles de todo lo vivido otrora allí.
Al hilo de estos nombres son muchos los lugares a visitar, casi siempre al margen de los habitualmente conocidos hoy en día. Ellos nos llevan a saber de un mundo hoy completamente desaparecido pero que existió plenamente y que fue creado con el esfuerzo y la dedicación de muchas generaciones mucho menos numerosas que las que en la actualidad por aquí se acercan sin, realmente, alejarse excesivamente del final de la carretera.